A través de ayudas concretas y el respeto a su dignidad, la Iglesia de Nuakchot muestra a los migrantes el rostro de Cristo. En un entorno donde, en esencia, el Evangelio solo puede anunciarse mediante obras concretas, la Iglesia en Mauritania, con el apoyo de ACN, reaviva la esperanza en aquellos que se creían olvidados.
“Al principio me daba vergüenza acudir al Centro Accueil-Écoute para pedir alimentos. Temía que me rechazaran o me trataran como a una mendiga. Pero finalmente me armé de valor y ¡qué sorpresa al ver la amabilidad con la que me recibieron!”, cuenta Arlette, originaria de Costa de Marfil. Hoy, en ese lugar donde encontró apoyo y dignidad, se siente “como en familia”.
Para la mayoría de los migrantes, Mauritania es solo un lugar de tránsito en su intento por llegar a Europa, arriesgando sus vidas.
En la Mauritania musulmana, la Iglesia mantiene un perfil discreto y actúa principalmente a través de su misión social. Es una de las pocas instituciones creíbles para los migrantes, tanto cristianos como musulmanes. El Centro Accueil-Écoute, de la parroquia de San José en Nuakchot, brinda un apoyo indispensable a muchas personas en situación de extrema precariedad. Con el respaldo de la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada Perú (ACN), el centro ofrece acompañamiento a migrantes que, en muchos casos, no encuentran ayuda en ningún otro lugar, especialmente a mujeres solas, familias en dificultades y niños enfermos.
Según Franck Paulin, responsable de proyectos de ACN para el norte y oeste de África, la Iglesia católica en Mauritania —compuesta exclusivamente por extranjeros, tanto laicos como clero, que han llegado al país por motivos diversos— es muy sensible a las necesidades morales, religiosas y materiales de los migrantes, así como abierta y atenta hacia los pobres del país.
Paulin describe la dramática situación migratoria en Mauritania: “Cada mes aparecen cadáveres en las playas, personas que intentaban llegar a Las Palmas, en las Islas Canarias, para alcanzar Europa. Son víctimas de las medidas coercitivas impuestas contra los flujos migratorios por la comunidad internacional, así como de la presión de su entorno, que los impulsa a arriesgarlo todo con la esperanza de hacer fortuna en el extranjero y mantener a sus familias”.
Al mismo tiempo, Paulin destaca el importante papel de la Iglesia católica, en particular a través del trabajo del Centro Accueil-Écoute: “Es un refugio donde todos son recibidos en nombre de Cristo, con calidez humana y caridad, en un contexto de necesidad sistémica. El centro también busca proporcionar a los migrantes los medios para que algún día puedan regresar a sus países con la frente en alto”.
El Centro Accueil-Écoute, liderado por la hermana Marie-Ange Ndayishimiye, cuenta con un equipo pequeño pero comprometido: dos religiosas y una colaboradora laica que reciben, escuchan, acompañan y ayudan a migrantes sin distinción de fe u origen. El centro ofrece apoyo adaptado a las necesidades de cada persona: paquetes de alimentos, asistencia médica, pago puntual del alquiler, orientación profesional e incluso ayuda con trámites administrativos.
Entre las muchas personas que han recibido ayuda está Pauline, una niña de once años enferma de tuberculosis. “Tenía dificultades para respirar y estaba perdiendo mucho peso… Por suerte, Accueil-Écoute me ayudó. Me permitieron ir al hospital para hacerme todas las pruebas. Me dieron medicamentos y ahora estoy mejor. Ya puedo volver a la escuela”.
Además de la ayuda de emergencia, el centro lleva a cabo acciones a más largo plazo, como alfabetización para mujeres, distribución de leche para niños y acompañamiento a familias en casos de duelo. También impulsan varios proyectos que permiten la reintegración de personas repatriadas, ayudándoles a iniciar una actividad económica.
A pesar de los recursos limitados, el equipo trabaja incansablemente ante las numerosas solicitudes de ayuda. El apoyo de ACN —fundada originalmente para asistir a desplazados— es indispensable para que el centro siga siendo esa presencia discreta pero decisiva para quienes no tienen a dónde acudir.
“Sin ayuda externa, nuestra Iglesia, ubicada en el corazón de una república islámica, no estaría en condiciones de llevar a cabo obras que hagan visible la presencia de Cristo en este entorno”, explica monseñor Victor Ndione, actual obispo de Nuakchot.
La hermana Marie-Ange escribe a ACN: “En nombre del equipo de Accueil-Écoute, quiero darles las gracias de todo corazón. Sus donativos ayudan a muchos migrantes que tienen dificultades para encontrar comida, asistencia médica y alojamiento. Que Dios se los recompense con creces”.